Si pudiese explicar realmente lo que siento
sin sentirme completamente loca.
Que pierdo la razón, y el control de mi propia cabeza.
Que tengo miedos de perderme en un laberinto de pensamientos,
donde no pueda retornar.
Si pudiese gritar por ayuda,
lo haría.
Si pudiesen entender que siento que las murallas se cierran sobre mí,
como si su único propósito fuese asustarme lo suficiente,
para asfixiarme,
para aterrorizarme y hundirme en un miedo que parece locura.
Un miedo en el que no sé si logre retornar a estar mejor.
Si pudiese explicar que no es algo que tenga razón de ser,
que a veces aparece cuando menos espero que llegue.
Como si tuviese un derecho sobre mí cabeza, que no puedo entender.
Y quisiera ayuda tan desesperada,
en el que temo,
temo que sea real, que vaya mas allá de mis propias barreras mentales,
donde la sostengo por lo que parece un tiempo interminable e imposible.
Donde respiro de forma tan pausada como rápida.
Donde intento olvidar el mañana y solo pensar en el hoy.
"En dónde están mis pies, en dónde está lo que amo",
y contar cada cosa una por una, como una maniática enferma que teme perder todo.
Y tengo que forzarme a recordar cada logro, cada alegría,
como si las olvidase en ese pequeño instante tan oscuro que ni yo puedo explicar.
Porque así funciona,
como una maldita pesadilla que te come por dentro,
por fuera.
Que te sucumbe en toda su mierda, donde solo hay cosas en las que temes.
Temes morir,
temes respirar,
temes moverte,
temes pensar,
temes existir.
Como si en cualquier momento todo te ahogara,
y no hubiese salida por más que lo pienses.
Y a la maldita perra la patearía lejos de mí,
pero en esos momentos es como si yo no tuviese nada bueno,
nada alegre, nada por lo que sentirme valiente y positiva,
con propia voluntad y fuerza.
Es como si me hundiese mi propia cabeza, y me arrinconara en una esquina,
donde no tengo voz.
Donde me aplasta una oscuridad desquiciada.
En las que temo perderme por siempre.
En las que me arrodillo, ruego y susurro que se detenga,
que por favor no me abandone en un lugar donde no pueda retornar,
que por favor no me enloquezca con sus monstruos, donde nunca más pueda ser yo misma.
Donde no pueda iluminar ni hablar con nadie de todo lo que amo,
de todo lo que creo, y de todos mis sueños.
Y cuando se termina... cuando al fin, oye mis ruegos, mis eternas listas de luz,
que uso como escudo,
termino desgastada, frágil y delicada.
Parece casi un milagro poder respirar sin miedos,
y en control.
Y así, vuelvo a olvidar que necesito ayuda. Que no puede esto volver a pasar.
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