"Haz un instante inolvidable digno de ser insoportable."

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sábado, 17 de enero de 2015

Correr, vivir y huir.

Seguidos mis pasos uno tras otro,
Poseídos de tanta voluntad como de fuerza
Me impulse para perderme en la velocidad que me proporcionaban.
Una rapidez que me elevaba por sobre todo lo vivido,
Lo presente y lo pasado.
No existían pensamientos, era puro instinto.
En el que me atraía el sin fin del camino,
Donde desconocía el momento exacto en el que me detendría.
Las posibilidades de continuar por donde quisiera eran infinitas.
Me extasiaba el no perder el aliento
No reconocer el limite exacto.
Sentir que me confundía entre el paisaje mismo, 
Que me podía mezclar con el almizcle oloroso de la naturaleza,
De la visión de cerros y arboles que no parecían nunca despedirse. 
Y el viento ayudaba a que me elevara aun mas.
Como si flotara, en vez de sentir el peso de quien era yo.
Podía desconocerme y me fascinaba.
No había cabida para nada mas que la simple existencia.
Sin memorias, sin problemas, sin mi.
Solo vivía de mi respiración y movimientos.

El atardecer era el alimento para mi éxtasis,
Que terminaba siendo noche, donde las estrellas iluminaban mi férrea vida.
Prolongando la felicidad y gratitud de existir aquí y ahora.
Sin necesidad mayor que mi cuerpo y la vida que florecía a mi al rededor.
Por lo que seguí corriendo, para perder la vida, para perderme a mi misma. 
Sin necesidad alguna de tener que destruirme,
Mas que esconderme bajo los mismos pasos que daba sin fin. 

martes, 13 de enero de 2015

Tatuarte.

Me doy cuenta que el tiempo ha pasado indiferente frente a quienes solíamos ser juntos.

Solía estar como enloquecida por la forma en que me sonreías, en que me mirabas.
Estaba atrapada por el influjo que me ataba a tus sentimientos tan intensos.

Sin piedad.

Que ni me daba un descanso, me torturaba a mi misma.
No quería ni pensar, solo te quería amar cada día mas,
Otro día con mas intensidad. Con más fuerza. Con más poder.
Aniquilar mi cuerpo, mi alma, para atiborrarlo de la creciente fuerza que me provocaba tu ser.
Amarte hasta asfixiarme. 
Hasta no respirar cuando no estabas.
Matarme lentamente, con intención, a propósito. Para atarte, y tatuarte en mi,
Para que nada se interpusiera en lo que sentía por ti.
Ni el tiempo, ni los defectos, ni las personas.
Dejarte incrustado sobre el tuétano de mis huesos, 
Con tal de que perdurase la misma eternidad de su descomposición.
Que quedara una prueba factible y fosilizada de todo lo que había significado tenerte a mi lado.
No solo ser memorias, no solo ser recuerdos.
Ser la infinita esencia del cosmos que nos creo.
Como las estrellas explotar y perecer con tanta lentitud, que nos habrían sobrado miles de años juntos.

Y por cada vez que me tocabas, 
Por cada momento en que la punta de tus dedos osaba tocarme,
Cerraba los ojos y ardía, ardía con lentitud,
Me incendiaba con placer aun sin ser abrasada.
Y guardaba cada respiración que dabas  
como si fuera el mismo oxigeno del que necesitaba para poder vivir. 

Y congelaba el tiempo por cada vez que reías a mi lado,
Por cada mirada adolorida que me arrojabas al discutir.
Por cada susurro de amor que me dedicabas, 
Los guardaba como vidrios incrustados en mi piel.
Dolorosos, tortuosos, pero exquisitos.

Y aun así, no fue suficiente.

Nos marchitamos como las flores descuidadas bajo el paso del tiempo,
nos inundamos,
No para volver a tener oportunidad de florecer, 
Sino para pudrirnos bajo tanto regadío, tanta agua.

Nada detuvo que nos redujéramos a cenizas.
A recuerdos, a memorias.
Y convertirnos en pasado.

Hoy ya no somos quienes eramos juntos.
Tomamos un rumbo separados.

Y sí.
Hay días en que aun vuelvo a reproducir lo mejor y lo peor de nosotros.
Para hacerlo mas real, mas cercano.
Para volver a tener a mi lado el amor que sentí  junto a ti.
Para gozar de lo bueno y malo que fue estar juntos.
Pero lo estuvimos, y eso es todo lo que importa al final.
El haber vivido una fracción de vida para aprender lo que era estar juntos como separados.
Para saber que es lo que realmente querernos por sobre la adicción, 
La obsesión que fue quererte tanto.



sábado, 10 de enero de 2015

El momento correcto.

Quisiera poder decir que tengo todas las respuestas,
Que puedo dejar de pensar en ti. 
Que no me hará falta sentirte sobre el latido de mi corazon, 
Y los nervios que me recorren bajo la piel. 

Quisiera sentir la fuerza para poder huir de esta irrevocable ansia de estar junto a ti.
De hablarte, escucharte, de querer saber más de ti. 

Tengo miedos.
Miedo de salir herida, miedo de herirte. 
De destruir el lazo que siento que pertenezco hace años.
Que lo quiero como si fuese mio desde el principio.
Por culpa del capricho que es querer buscarte y que me busques.

Sigo caminando despacio detrás de ti, 
Con precaución, con cuidado. Como si en cualquier momento estuviese a punto de volver a mentirme. Volviendo a crear ilusiones inexistentes, sentimientos de mi imaginación. 
Por lo que no me zambullo, 
Solo piso por encima sin hundirme, con cautela, con lentitud. 
Con atención.

Aferrándome con uñas y garras sobre la tierra, 
Para que no logres elevarme sobre mis talones en contra de mi voluntad.
Me retraigo sobre mi misma, intentando huir de mis propias inseguridades
Y de las tuyas.
Que juntas parecen no combinar en absoluto bajo nuestros limitados tiempos.
Parece que estoy esperando como una loca a que te tires sobre mi sin miedos,
Que me obligues a salir de las propias murallas que me he creado.
Que tengas la confianza absoluta para sucumbirme ante ti,
Para no lograr pensar en nada mas que esto. Que es tan nuevo.
Tan diferente, pero tan intenso como atractivo.

Puesto que no tengo la misma fuerza que creía poseer para seguir adelante
Y arrastrarme detrás de ti para buscarte.
Me abrazo sobre mi propia fragilidad, que en cualquier momento vuelve a mostrarse,
A asfixiarse sobre si misma. Y me deja sin salida,
Sin valor. Me detiene hundida en un dolor que nada tiene que ver contigo más que las propias cicatrices que se han formado de tanto tiempo,
De tantas puertas que abrí,
Y de las muchas veces que me deje expuesta para perderlo todo sin pensar.

Esa suelo ser yo.
Y me aterra, me aterra no poder llevarme más por frivolidades,
Por convenciones y patrones comunes.
Más que seguir a mis propios sentimientos que por más absurdos que sean,
Me tiran sin piedad hacia caminos y circunstancias que parecen mas peligrosas
Que seguras.

Por lo que me resguardo, por mas deseos que posea de arrastrarte conmigo
Sobre el hambre que me carcome de entregarme por entero. 
Aunque no sea lo mas cuerdo, lo deseo. 

Pero aún no es el momento, no para mi, 
No para mi cuerpo, no para las habitaciones que reservo,
En las que aun las murallas tiemblan bajo el sonido de unos pasos 
Que amenazan con entrar.
Por lo que escondo la llave bajo tu mirada,
Para que no tardes tanto en encontrarla, pero que no logres pasar con tanta rapidez.
Y espero.
Espero para que sea el momento correcto.