"Haz un instante inolvidable digno de ser insoportable."

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viernes, 14 de abril de 2017

NO al odio.

Me da pena ver cosas tan llenas de prejuicios, con comentarios tan básicos y llenos de odio. Probablemente no entiendo ni he estado en el rincón más oscuro y maldito de éste mundo donde la miseria, las enfermedades y la muerte abundan de forma infinita... Pero no por eso tengo que maldecir a los infelices que nos han puesto en donde estamos y donde ellos están. Es una mierda de mundo que no tiene sentido alguno. Y Dios definitivamente no tiene poder ni decisión sobre nada. La bondad y la maldad no están tan aplaudidas o maldecidas lo suficiente para merecer nada en absoluto. Pero pareciera que marginarnos y clasificarnos culpándonos unos a otros es como la fórmula perfecta para intentar llenar las incoherencias de como el primer ladrillo fue puesto sobre un montón de mentiras con las que intentamos sobrevivir día a día. Donde aún queda más para seguir sorprendiéndose. Pero dentro de los rincones más oscuros y los cielos más bastos. He decidido intentar comprender por qué estamos acá y ellos allá. Pudimos haber nacido con ellos o en algún otro lugar. Y no fue así. En cambio, estamos aquí. Con esta vida. Entonces, no creo en que tenga que librar batallas contra alguien. O contra unos pocos. Creo que la batalla es mía, aquí mismo, conmigo, dentro de mí. Porque ésta conciencia no es absolutamente de nadie más que mía. Pero no por eso me conformaré con menos. Creo en que las personas se pueden unir y pelear sin necesidad de llenarse la boca y mancharse las manos de odio, escupiendo instintos retrógrados. Los dolores o alegrías espero que no sean medidas según en qué tipo de vida estemos, para así proporcionar si ellas son merecidas o justificadas. Creo en que la justicia no existe aquí. Pero existe dentro de cada uno, sin importar en qué murallas se encuentre y presuma, sin importar dónde viva o cómo, o en qué prendas se encuentra. Que a cada uno le toco todo distinto: Rostros, cuerpos, virtudes, defectos, alegrías, miserias, riqueza, y penas. Pero creo en que si no nos damos el tiempo de conocer y descubrir sin prejuicios, entonces la ignorancia te pertenece. Y el error está en ti. Que al final de todo, no somos más que personas con el poder de crear y destruir según nuestras propias decisiones. Nuestra propia voluntad. Entonces no encerremos a un grupo como si fuese el culpable de todo lo acontecido. La miseria no se creo por ellos, sino porque existe junto e igual con su pareja la riqueza. Y no lo justifico, no lo aplaudo, pero abrazo su existencia, como abrazo la mía propia. Que no es perfecta.

jueves, 2 de marzo de 2017

La redención de la destrucción.

Sentados a cientos de kilómetros,
de forma inútil, impotente y absurda
veíamos frente a nuestras pantallas, sin aire y sin esperanza,
una tras otra noticia
de como se consumían a cenizas
cada vida que osaba existir ante metros de llamas,
que hasta el cielo marchitaban.

Pasmados, no lográbamos encontrar justicia
ni en las conspiraciones que se rumoreaban.
Porque ni acertadas aplacaban tanta rabia y angustia
por cada vida que a su paso aniquilaba.

Ni a su mejor amigo la pira distinguía,
porque bajo su crueldad el mismo infierno traía.

No había poesía para tanta miseria reunida,
más que en la belleza de ver tanta ayuda,
y voluntades unidas,
donde el sudor corría por cada persona
que agua en sus manos cargaba.

Una amabilidad del interior
que transformaba en fuerza cada célula del cuerpo,
moviéndolo frenético contra los escombros,
las distancias, las alturas y el calor aterrador.

Ni reconocía a su peor enemigo,
porque estaba aferrado a la salvación.
Al heroico gesto de brindar amor
a cada vida quebrantada tras la destrucción.

No tenían ánimos de nada más que una pronta solución
a todos aquellos que el fuego, su mundo les arrebató.

Contemplarlos, enceguecía hasta el más despiadado.
Porque brillaban tanto como antorchas nacidas de un tifón.
Arrasando eran feroces con sus almas al son de su pasión.
Ni agradecerles toda una vida hubiese bastado
para todo lo que entregaron
con el único interés de aliviar algún corazón.

Es extraordinario como tanto terror
creó a su vez, los bríos de su propia redención.

jueves, 16 de febrero de 2017

Son cicatrices de amor.

Son espejismos de los recuerdos.
Son huellas mentales
impregnadas en cada reacción.

Son reflejos innatos
aferrados a mí ser.

Son costumbres que no puedo sacudir.
Dolores,
de los que no puedo huir.

Son sombras de todo lo que fue
y nunca volverá a ser.

Son mentiras de mí corazón,
que se traiciona con cuentos de amor.

Son las cicatrices
que calaron en quien soy.

Me siguen como dibujos sobre la piel,
al igual que pesadillas de dolor,
de anhelo y estupidez.

No hay cómo desenterrar lo que creció
a su propio ritmo y obstinación.

Entonces,
permitiré sus relatos,
abrazaré su intención,
pero no caeré en el vicio que me cambió.

No volveré a pisar los mismos caminos
en los que tantas veces abandoné mis sueños
y mi voz,

Perdiéndome a mí misma por amor.
dejé a mi corazón enfermo
de ceguera e idiotez.

Ya no hay cómo recuperar el coraje que olvidó,
porque se ha llenado de miedos,
y de confusión.

Hoy sólo vive de lo que tanto aborreció:
del orgullo
y de la cobardía
de su primer amor.

lunes, 2 de enero de 2017

La fantasía ilusoria de pertenecernos.

¿Por qué estás sujeto tras cada pensamiento,
cada palabra, y en cada persona o lugar?
¿Qué engaños juega mi mente
en los que te pone en cada experiencia que tengo,
y en cada nuevo paso que doy?

Dándome la tortura ilusoria de creer que mientras más avanzo,
más cerca estoy de ti.
Como si alguna energía magnética estuviese sobre nosotros,
en los que no hubiese mejor final que unirnos.

¿Qué fantasía ridícula logra que me sienta así?
Como si estuviese unida a ti, aún sin jamás haberlo estado.

Una inexplicable luz se cierna sobre mí llevando tu nombre.
Una especie de voz en mi cabeza que te busca.
Y te recuerda como una loca maniática que nunca olvidó cada segundo junto a ti.
Aunque en su momento nunca parecieron tan importantes,
hoy parece que juegan un papel mucho mayor de lo que creí.

No logro liberarme de ti.
No consigo dejarte ir.
Te pido en oraciones que jamás concebí.

Entiendo que no puedo retroceder ni recuperar los momentos correctos.
No puedo pasar por sobretodo lo que estás viviendo.
Y aunque mi corazón esté más alborotado de lo acostumbrado,
lo calmaré con entendimientos para que en silencio acepte lo necesario.

Que cada uno siga con sus propios caminos.
Aunque quisiera volcarte sobre el mío, y jamás haberte detenido.
Haberte abierto las puertas por completo, en vez de haber salido corriendo
temerosa de todo lo que pudiste haber sido.

Y puede que solo esté divagando con mis propias mentiras,
que crean un sentimiento que no es cierto,
sólo para refugiarme de lo que desconozco,
para no afrontar lo que aún no descubro sobre un futuro incierto.
Entonces, se aferra a lo que fue dejado a medio camino,
solo porque parece jamás haber concluido.