"Haz un instante inolvidable digno de ser insoportable."

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jueves, 27 de mayo de 2010

Desearía olvidarlo.


Estoy cansada.
Cansada de tener que luchar contra él.
Contra su recuerdo.
Y de este dolor que me agota cuando se asoma.
Que me provoca afligidas lágrimas,
Y diálogos conmigo misma,
Donde imagino que le hablo todo lo que quiero decir.

Para luego solo terminar: Deseando.


Deseando no haber amado tanto,
No haberme equivocado una y otra vez.
Donde querría haber sido mejor.

Estoy agotada.
Agotada de sentirlo cada día en mi mente, pensamientos,
por donde camino, donde miro, y cuando duermo.
Viéndolo en rostros de otros,
Encontrándolo en palabras de alguien más,
Y risas que no son de él.

Desearía desaparecer amigos, calles
y cada rincón que trate del pasado.
Para que él se marche con ellos.
Pero aun así no tengo el poder para alejarlo,
eliminarlo, ni menos un verdadero "querer hacerlo".

Desearía no ver en el semblante de los que me rodean,
Decepción, vergüenza y reproches, por revelar
Que lo sigo queriendo,
Que no consigo olvidarlo
Y que lo sigo buscando.

Desearía no ser obstinada,
Para rendirme y dejarlo partir.
Arrancarme el alma para no sentirlo,
no extrañarlo, no
necesitarlo.
Perder la memoria para no recordarlo.
No poseer vista, para no verlo por doquier.
Y extraer mi inconsciencia para no soñarlo.
Desearía poseer rencor
Para deshacerme de su esencia.

Solo quiero dejar de creer que soy y seré suya.

Por momentos deseo tantas cosas,
Que sé que por ahora, no ocurrirán.

domingo, 16 de mayo de 2010

Sellado. Por ahora.


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Congelé mi corazón.
En mi mirada no hay ansias de encontrarme mirando a otro.
No todavía.
Mi corazón esta abatido como para animarse a sentir otra vez.
Se selló.
Ahora solo almacena recuerdos,
que desesperado no dejara escapar.
Asustado no los borrará.
El tiempo se ha vuelto su enemigo.
Cada nuevo día es un nuevo ataque.
Otra amenaza.
Que se cuela a la fuerza,
para imprecisar su rostro,
para disipar su aroma,
para obstruir su voz.
Mi corazón se remueve inquieto ante el enemigo,
se siente adolorido.
Porque esta consciente del esfuerzo
que es librar la batalla con el tiempo.
Un: tener que rebuscar su imagen, sus palabras.
Para que el movimiento de las manillas del reloj,
no terminen por desaparecerlas.
Por confundirlas.
Necesita mantenerlo intacto.
Para poder seguir caminando y sentirse lúcido.
Porque aún no se ha marchado.
Permanece como en un comienzo.
Cuando creo aquel espacio, marcándolo como suyo.
Está asustado y temeroso de lo que vendrá.
Lo que sucederá cuando deje de quererlo.
O si desea verlo, y ya no logre evocarlo.
No pueda cerrar los ojos y distinguirlo como si estuviera a tan solo unos pasos.
Que su aroma ya no consiga reconocer.
Y su sabor se haya vuelto insípido.
Que la línea de su brazos y manos, dejen de ser tan nítidos, como en el ayer.
Y los trazos del contacto de su piel con la mía, deje de arder entre los recuerdos.
Que su sonrisa ya no provoque un gesto en mis labios.
Solo por la simple admiración de su pureza.
Mi corazón, no quiere que todo se convierta en sombras de lo que fue.
Que pase a ser un extraño que tan solo paso por mi vida.
Porque sabe muy bien que siempre fue, es y será mucho más.

sábado, 8 de mayo de 2010

Inútiles Palabras.



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“Palabras sin significado,
sin rumbo alguno,
sin parada en alguna estación.
Frases, sin su comienzo.

Ese, es el sentimiento de un vacío aun más profundo
que me bordea el alma.
Un: no saber qué decir.
Porque no hay un fin en el que sean recibidas.
En que sean entendidas.
Ni menos creídas.

No puedo despegar mis labios para defender mi verdad.
La veracidad que se refleja en mis ojos,
en mi rostro.
La sinceridad que siente mi corazón.

Porque está muy dentro de mí.
Más allá de las palabras.
Ellas no sabrían defenderme.
Porque es algo en que se debe confiar.
No razonar ni escuchar.
Esa es mi autenticidad.

La confidencia va más allá de inútiles vocablos,
frases o dichos.
La realidad se siente de corazón.

Las palabras no pueden defender,
completar o explicar, lo que el corazón tiene que decir.

Debes creer.

Si no lo haces, no hay nada que forjar.
Nada que intentar.
Nada que escudar.
Porque no importa en qué orden estén,
Ni que tan maravillosas se oigan.
Si el que debe escucharlas no las comprende,
No las cree, no las siente.

Todo intento es inútil.

¿De qué sirve la comunicación,
Cuando cada dicción que provenga de ti,
No será tomada con seriedad?

Prefiero no desgastarme en usar mis palabras,
Para alguien que no cree en mí.
Opto por no intentar parafrasear un orden.
Una verdad.

Porque lo único que necesito, es que me miren a los ojos.
Y reconozcan en mí, la honestidad y la sinceridad.
Que sepan darse cuenta, que no poseo diversos caminos,
Ni una condición compleja.
Soy simplemente alguien: especial.”