jueves, 17 de junio de 2010
El tiempo no cura.
De tantas maneras escribí un te extraño,
un te necesito, un que vuelvas o un que todo sea como antes.
Que releerlos estos últimos días se sentían tan vacíos,
como un sin sentido.
La razón me decía que parecía que me esforzaba buscando un sentimiento que ya estaba muy lejano,
y escondido tras meses.
Que su intensidad estaba tan perdida,
que no podía ni ubicarme ni identificarme en una realidad con ella.
Parecían un deseo infundado en ilusiones, sueños,
esperanzas, y un pasado.
Nada realistas.
Como si me empujara sola a querer seguir en un tiempo que ya no existía.
Solo porque se sentía mas hermoso, completo,
romántico y mágico.
Pero lo real está en ver.
Darme cuenta que es mentira
que el tiempo cura.
Porque es solo la lealtad a la vida la que permite decir adiós.
Y como sea que comenzó este adiós,
hoy, mi vida ya no es la misma, ni yo la misma persona.
Debido a que pase por muchas cosas.
Días que eran una agonía que controlaba mi vida,
sin importar lo que hiciera me seguía hasta en sueños.
Llegaba a mi limite de resistencia, y
quería darme por vencida;
sorprendida por la cantidad de dolor que era capaz de sentir.
Y no estaba sola.
Si para mi resultaba eterno, se que para los que me rodeaban también.
Sé que no comprendían cuanto afectaba a mi vida.
Y deseaban que volviera a ser normal.
Pero mi antiguo estado normal, no es el mismo que el de hoy.
En el que debo continuar mi vida
como si estuviera completa, sabiéndome incompleta.
Y he tenido mis tiempos.
Tiempo en el que sufrí y llore,
pero también un tiempo: para levantarme y vivir.
Y no es el tiempo el que me curo,
sino lo que hice con el.
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