¿Por qué estás sujeto tras cada pensamiento,
cada palabra, y en cada persona o lugar?
¿Qué engaños juega mi mente
en los que te pone en cada experiencia que tengo,
y en cada nuevo paso que doy?
Dándome la tortura ilusoria de creer que mientras más avanzo,
más cerca estoy de ti.
Como si alguna energía magnética estuviese sobre nosotros,
en los que no hubiese mejor final que unirnos.
¿Qué fantasía ridícula logra que me sienta así?
Como si estuviese unida a ti, aún sin jamás haberlo estado.
Una inexplicable luz se cierna sobre mí llevando tu nombre.
Una especie de voz en mi cabeza que te busca.
Y te recuerda como una loca maniática que nunca olvidó cada segundo junto a ti.
Aunque en su momento nunca parecieron tan importantes,
hoy parece que juegan un papel mucho mayor de lo que creí.
No logro liberarme de ti.
No consigo dejarte ir.
Te pido en oraciones que jamás concebí.
Entiendo que no puedo retroceder ni recuperar los momentos correctos.
No puedo pasar por sobretodo lo que estás viviendo.
Y aunque mi corazón esté más alborotado de lo acostumbrado,
lo calmaré con entendimientos para que en silencio acepte lo necesario.
Que cada uno siga con sus propios caminos.
Aunque quisiera volcarte sobre el mío, y jamás haberte detenido.
Haberte abierto las puertas por completo, en vez de haber salido corriendo
temerosa de todo lo que pudiste haber sido.
Y puede que solo esté divagando con mis propias mentiras,
que crean un sentimiento que no es cierto,
sólo para refugiarme de lo que desconozco,
para no afrontar lo que aún no descubro sobre un futuro incierto.
Entonces, se aferra a lo que fue dejado a medio camino,
solo porque parece jamás haber concluido.
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