Seguir como si nada.
Pero nunca es así.
Nunca es tan fácil.
No sé que hacer.
Cuando la verdad es que no quiero hacer nada.
Siento que me estoy muriendo lentamente por dentro.
Sin morir siquiera.
Algo insípido llevo en la boca, que sonreír parece más cínico.
Y hablar se ha vuelto forzoso.
Es como si quisiera estar bajo el silencio, para no cambiar las cosas,
Para que no avancen y se queden estáticas.
Las horas parecen eternas.
Y mi cuerpo solo quiere dormir interminables horas,
No levantarse, no pensar, no sentir.
Yacer ahí entre sueños absurdos y sin significado.
Quisiera volver atrás el tiempo y haber hecho las cosas bien,
Del principio.
Sin embargo aquí estoy con sus consecuencias inevitables,
Que no quise ver en su momento.
Que me empecine y me aferre a la esperanza diminuta que me mostró.
Ávida de mendigar por la minúscula señal que viese,
Que hubiese cambiado.
¿Por qué no pueden ser las cosas exactamente como deseo?
Que sea como quiero.
Solo quiero que los días terminen con su rutina diaria,
No hacer las mismas obligaciones diarias,
Cambiar el rumbo.
Descubrir lo desconocido.
Caminar sobre pasajes nuevos.
Buscar nuevamente la belleza en lo diverso.
Y no encerrarme a esperar por estar mejor.
Buscarlo pronto.
Lastima que el tiempo no me favorezca en estos momentos.
Pero esperare por esas próximas semanas, y días en los que no miraré atrás,
Ni tendré miedo de mi propia inmersa soledad.
Sino que la beberé sin temor de descubrir que está por venir.
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