"Haz un instante inolvidable digno de ser insoportable."

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domingo, 13 de julio de 2014

Recuerdo aquella vez...

Esa noche lloré con toda la fuerza y el dolor que creí haber perdido y olvidado.
Pero ahí estaba y no tenía poder alguno sobre mi misma, era una angustia, una frustración que se había apoderado de mi otra vez.
Que provoco que se desataran las palabras que tantas veces pensé, tras largas noches, tras largos años, que tantas veces dije en mis peores momentos, y circunstancias. 
Pronuncié mi deseo más oculto, pero esta vez con él frente a mí, entre lagrimas le dije:
- No quiero quererte más, no quiero, no quiero. Lo intento con tantas fuerzas y no puedo. ¿Por qué no puedo dejar de quererte?
Me encogí sobre mi dolor y él solo supo abrazarme en silencio. 
Entre mis lagrimas que se desbordaban sin control no lograba ver con claridad su rostro, pero lo sentí receptivo. Me estaba apoyando apesar de las palabras angustiosas que le había arrojado. 
Me pase la manos sobre el rostro para intentar calmarme, y con ello pude al fin ver su rostro. Me miraba con absoluta tristeza, pero no lloraba, era aún más profundo que un llanto, tenía una carga sobre si mismo que quería aliviar, pero estaba muy lejos para intentar siquiera alcanzarlo. Fue como si lo hubiese perdido en un dolor, que no podía comprender.
Que no quería volver a ver reflejado sobre mí. Como la culpable de herirlo.
Quería ser egoísta y no pensar más que en mi dolor, que era como un refugio a prueba de balas, donde solo importaban mis problemas. Pero no los de él. No él.
Pero logro traspasar todas mis intenciones, y entonces lo abracé, bajo una absoluta contradicción.
Por qué tenia tantas ganas de huir, y a la vez ahí me hallaba anclada a su cuello,a su olor, a sus brazos porque temía perderlo. Temía que huyera, aunque parecía que siempre estaba empujándolo para probarlo, para llevarlo al limite de su paciencia. Para probar su resistencia a mi misma. No era yo solo la que quería huir, quería que él escapara. Ponerlo al borde para que me dejara.
¿Por qué?
Mis lágrimas no se podían detener mientras mas me daba cuenta de quienes eramos. De quien yo era. 
Entonces él me aparto, y puso sus manos sobre mi rostro para obligarme a que lo mirara, pero tenia demasiada pena, demasiadas lagrimas para afrontarlo así, pero ahí me retuvo hasta que lo mire. 
Me susurró de manera suave:
- Tranquila -me dijo, mientras me hacia cariño en el rostro, intentando apartar el cabello de mi rostro, hecho un desastre.
Inspire y bote el aire, intentando detenerme. Él me esperaba paciente y en silencio, como nunca antes lo había sentido o como no recordaba que fuera de forma tan gentil. Y entonces me susurro con suavidad: 
- Sabes lo difícil que es para mi escucharte decir que no quieres quererme, cuando yo lo único que deseo es quererte aún más, cada día más.
Y entonces, fue como si esas palabras le hubiesen vertido un bálsamo a mis heridas, a mi dolor. Y retumbaron como ecos dentro de mí. Para poder impregnarlo, e imprimirlo en mi alma. Realmente no tenia noción alguna de su propia lucha, sus propios dolores. Siempre suele ser tan reservado frente a sentimientos tan frágiles que exponérmelos siempre han sido un shock eléctrico. 
Que lo miré como si mi dolor jamás hubiese existido, se encogieron para darme fuerza a protegerlo porque se sentía tan inseguro como yo.
- Lo siento, también quiero quererte más y más. Pero a veces me resulta insoportable porque por mas que te quiera las cosas no son como quisiera que fueran. Y entonces ahí deseo no quererte porque sería más fácil de esa forma. Pero no logro dejar de quererte, siempre te voy a querer y eso me aterra. Me aterra saber que no importan los años que pasen estas tatuado sobre mi corazón. Y pareciera que no hubiesen mas espacios que para ti. Y me duele, porque quisiera con toda mi alma estar a tu lado de la mejor forma y no torturándonos mutuamente por cosas que no logramos cumplir del otro. Porque lo peor de todo es que sé que nos queremos tanto como para seguir juntos una tras otra separación, pero aun así no es suficiente para mantenernos juntos por mucho tiempo. Es frustrante. Porque aunque intentamos ser mejores esta vez, avanzamos un paso y luego retrocedemos dos más. Es incesante.

A medida que más me sinceraba, más lo hundía en vez de consolarlo. Y mas lo sentía resguardarse nuevamente sobre mas murallas, que ya no me sentía capaz de seguir escalando, se encerró sobre sus propios sentimientos, sin comprender la inseguridad de los míos. Se sintió mas herido que comprendido. Y yo no logré decir palabra alguna más, y así fue como terminamos en silencio una vez más. 

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