"Haz un instante inolvidable digno de ser insoportable."

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viernes, 18 de abril de 2014

Existimos.

Fue entonces cuando él dijo: Ya no tendría sentido seguir prometiéndote que viviría cien años, si tu mueres.
Y sus ojos se volvieron increíblemente tristes al pronunciar esas palabras; al imaginar un mundo sin mi. 
En ese momento, algo muy profundo me hizo sentir tremendamente triste, y a la vez feliz.
Él no podía vivir igual si no viviese a su lado.
Y entonces comprendí, que no estaba sola. 
Él estuvo a mi lado todo este tiempo, y yo no lo pude ver. 
Me tenía, era suya. Y yo tampoco sentiría la vida tan hermosa como la veo, si no existiese él.
Si el moría, todo me parecería extraño e incomprensible,
la vida no tendría el brillo ni el sentido que él le da mientras respira, mientras es feliz.
No importa si es lejos de mi, o a mi lado. Su existencia estaba adherida a la mía. Y nada podía remediarlo. 
No tenía miedo, porque ya no me importaba el futuro, solo quería vivir junto a él, hoy, ahora y siempre.

Su sentimiento de soledad y tristeza si yo no lo acompañase en la vida, me hacía sentir completa.
Él sentía lo que yo sentía, y era lo que había estado buscando por tanto tiempo,
que me encogí y el amor me inundo de maneras incomprensibles, golpeándome como una avalancha. Solo que esta vez, no huí.
Me quedé, a sentirla por completo.
Y me sumergí sobre lo que nunca comprendí.
Él me quería a su manera, pero siempre me quiso.
Era maravillosa para él, por simplemente existir. 
Eso lo era todo, todo para mi. 

Había estado hiriéndome, humillándome en soledad pensando que no me quería lo suficiente,
que cuando al fin lo vi, no pudo más que conmoverme hasta el ultimo nervio de mi cuerpo. 

Entonces, al fin pude verlo.
Al fin lo vi a él tal cual, no con imágenes que me inventé en la cabeza,
ni etiquetas que no le pertenecían a su manera de ser.
Él era aun mucho más esplondoroso de lo que había estado creyendo,
él era todo para mi en esta vida.
Y mis sueños, eran sueños junto a él.
Mi alegría anhelaba siempre ser la suya. 
Probablemente siempre querría más, pero comprendí que a pesar de ello.
A quien siempre terminaría eligiendo sería a él.
Al igual como él, que por sobre todo, me escogía a mi.
Yo era su prioridad. 
Él moriría intentando salvarme. Al costo que fuera, al igual que yo a él.
Podríamos estar locos, pero era amor.
Y el amor no es sólo paz, es pasión por el otro, es locura, es desgarrador, es incomprensible, pero existe, esta ahí. Y no puedes simplemente darle la espalda.


1 comentario:

  1. "Y no puedes simplemente darle la espalda" ... me gusta la forma en que escribes. Bueno, en realidad siempre me ha gustado, pero siento que ha madurado la técnica y eso es algo bueno. Te felicito.

    Me encantó. Tiene madurez, intensidad, pureza, sacrificio, prejuicio, locura... lo tiene todo tan bien descrito, tan bien armado...

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