Eran tantos, y no eran para mi.
Sino que eran para ti.
Quería hacerte feliz a ti.
Amarte a ti.
Dar todo de mi para ti.
Morir por ti.
Tenia deseos.
No para mi.
Solo quería que fueras feliz junto a mi.
Si eso era cierto.
Si lo querías en serio.
Si me deseabas tanto como creía.
O tanto como lo demostrabas.
Creí que lo había visto.
Pero no fue así.
No era así.
Y si alguna vez florecí de deseos para ti,
hoy se marchitaron, y se sepultaron bajo tierra.
Tú te hundiste con ellos.
Oscuros, marchitos. Indiferentes.
Los deseos ya no son lo que solían ser.
No por ti, al menos.
Ahora son deseos para mi.
Quiero hacerme feliz a mi.
Amarme a mi.
Dar todo para mi.
Morir por mi.
Tengo deseos, muchos.
Florecen sobre todo lo sepultado, enterrado y hundido.
Iluminan todo a su paso, distintos.
Y no son como solían ser.
Pero mejores, sí que son.
No hay comentarios:
Publicar un comentario