Me pregunto tantas veces:
cuál es mi camino, y en dónde?
Si me he perdido sin querer,
o todo instante sigue
con un plan destinado a ser?
Sé que me miento al decir que no hay que creer,
y solo vivir, pero ¡vamos! es solo un escape
para no afrontar que sí poseo fe,
sólo porque mi decepción muy grande fue,
y la espalda darle
o mi desprecio mostrarle,
mi rabia sentía que podía transmitirle,
como si de un ser vivo se tratase.
¡Es ridículo el punto al que llegué!
Eso sólo me hizo no quererme.
Mientras más quería ignorarle,
más dejaba a mi ser,
más me alejaba de lo que quería tener.
Pero sigo aquí. No por alguien,
no por lo que queda, sigo:
porque tengo fe de que las cosas cambien,
mejoren o retornen.
Dicen que nunca es tarde para volver a creer,
pero yo digo que nunca es tarde para ver que sigues
creyendo, y desde antes de nacer.
A nuestras espaldas estamos cargándole,
A nuestras espaldas estamos cargándole,
incluso antes de que nuestros padres juntos estuviesen.
Y morimos a su lado aún teniéndole.
Porque tenemos fe en que no se termina la vida con la muerte.
Por lo que puedo creer que todo perece,
excepto la fe.
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