Son espejismos de los recuerdos.
Son huellas mentales
impregnadas en cada reacción.
Son reflejos innatos
aferrados a mí ser.
Son costumbres que no puedo sacudir.
Dolores,
de los que no puedo huir.
Son sombras de todo lo que fue
y nunca volverá a ser.
Son mentiras de mí corazón,
que se traiciona con cuentos de amor.
Son las cicatrices
que calaron en quien soy.
Me siguen como dibujos sobre la piel,
al igual que pesadillas de dolor,
de anhelo y estupidez.
No hay cómo desenterrar lo que creció
a su propio ritmo y obstinación.
Entonces,
permitiré sus relatos,
abrazaré su intención,
pero no caeré en el vicio que me cambió.
No volveré a pisar los mismos caminos
en los que tantas veces abandoné mis sueños
y mi voz,
Perdiéndome a mí misma por amor.
dejé a mi corazón enfermo
de ceguera e idiotez.
Ya no hay cómo recuperar el coraje que olvidó,
porque se ha llenado de miedos,
y de confusión.
Hoy sólo vive de lo que tanto aborreció:
del orgullo
y de la cobardía
de su primer amor.
jueves, 16 de febrero de 2017
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