No importa cuánto caminemos,
ni lo mucho que vivamos.
Si mientras lo hacemos no vamos mirando.
Ni escuchando.
Hay que detenernos a beber cada palabra,
cada mirada, cada respiro, de forma lenta y suave.
Entonces lograremos sentir lo hermoso que es vivir,
llorar, y seguir siendo una y otra vez.
La belleza de vivir es disfrutar de quiénes nos rodean,
nos aman, y podemos amar en retorno.
Quienes nos hacen sonreír, y podemos hacer reír.
Poder tener la capacidad de cuidar de nosotros mismos,
como de lo que nos rodea, es la belleza de poder vivir.
No es ser eternos.
Ni perfectos.
Ni ser siempre felices.
Es disfrutar cada día, como si fuera el último.
Agradecer porque a pesar de nuestros peores días,
aún hay luz que seguir disfrutando al día siguiente.
Aún hay personas que podemos seguir conociendo
y amando.
Podemos amar.
Podemos admirar.
Podemos respetarnos.
Podemos agradecer.
El ser humano esta dotado de tantos regalos.
tanta vida a su al rededor.
Pero lo desperdicia en días de miseria,
soledad, y autocompasión.
Sí, hay cosas injustas, hay cosas desgarradoras.
Pero aún nos queda vida, aún nos queda tiempo,
aún nos queda aliento para hacerlo mejor.
Porque siempre hay algo que podría empeorarlo.
Pero mientras sepamos como luchar, como resurgir.
Nada sería tan difícil, ni tan doloroso, si logramos sobrevivir.
Para ser feliz un segundo más, un minuto más.
Solo un día más basta para que olvidemos,
para que dejemos toda la miseria detrás.
Por lo que te pido que te quedes,
y vivas por tener este pequeño regalo, pero tan inmenso
que abruma a tu corazón,
y lo entumece cuando no está.
Esa es la grandiosidad de vivir.
lunes, 17 de marzo de 2014
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