"Haz un instante inolvidable digno de ser insoportable."

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domingo, 31 de enero de 2010

Mi Efecto Mariposa.


Comencé por intentar cambiarme.
Ser lo que él deseara, lo que él necesitaba.
Quería ser lo mejor para él porque lo amaba.
Porque quería que me amara aún más por haberme superado a mi misma.
Quería demostrarle que yo también podía.
Y se enorgulleciera de mí.

Así empecé mi primera batalla, mi primera jugada.
Al igual que un tablero de ajedrez. Hice mi primer movimiento.

Y de alguna forma volvía a cometer el mismo error una y otra vez.
El mismo.
Me preguntaba a mi misma ¿qué era lo que me pasaba?
¿Por qué volvía a lo mismo?
Y aun así volvía a intentarlo.
Porque quería hacerlo. Quería serlo. Con todas mis fuerzas.
Y no era fácil, porque dolía.
Dolía intentarlo y no lograrlo.
Dolía sentir que defraudaba una y otra vez a la persona que más amaba.
A la que quería darle y entregarle todo lo que pidiera.
No solo lo desilusioné a él. Sino que me estaba negando a mí misma.

Tarde.


Fue muy tarde, cuando me di cuenta que no eran errores.
Ya había arruinado todo en la primera jugada.
Una mala jugada habría cambiado todo. Y no había forma de volver atrás.

Esos errores: Era ser yo.
Era solo mi forma de ser.
Mi esencia.
Lo que jamás podría cambiar.

Nunca antes había aceptado ser como era.
No supe comprenderme, ni entenderme.
Y a la misma vez, él tampoco. Porque ni yo lo hacía.
Porque acepté siempre ser un error. Sentir que era una equivocación todo lo que hacia.
Sin hacerle comprender el por qué de ese supuesto error.
Nunca le hice ver lo que yo pensaba.
Porque nunca quise ser yo.

Tarde me di cuenta que no podría moldearme como a una obra.
Tarde, para un: Nosotros.
Pero no para un: Yo.

Ahora sé que solo puedo perfeccionarme, pero coexistiendo con lo que ya soy.
Sé que aquel efecto mariposa debía pasar.
Para que me viera a mi misma.

Y no me culpo, ni lo inculpo.
Fue tan solo una mala jugada. Que terminó con el juego.

jueves, 28 de enero de 2010

Se fue.

Miro hacia el final del ayer.
Y no sufro.

No lamento tampoco el mañana.

Porque no puedo.

No me daña ni el pasado, ni el futuro.

Si me hiere el sentir que te vas,
pero no de aquí. Sino de mí.
Porque te olvido en cada aliento de mi respiro,
y en cada paso que camino.
La necesidad que sentí, se aleja.
Se va sin dejar estelas de lo que fue.
Tu esencia se marcha sin titubear.
Sin detenerse.

No percibo, no anhelo, no necesito. Ni extraño.
Y me duele que se este volviendo una imagen.
Un recuerdo.

Y no se trata de ti, sino de lo que sentí.
Que se desprende de mí, porque nada lo alimenta.
Intento levantarlo, revivirlo. Pero sola no puedo.
No puedo evitar que se marche, que se aleje, que me deje.

Apenas recuerdo lo que en un principio fue.
Esta tan lejano, difuso e inexistente.
Pareciera que no ocurrió como se sintió.
Ya no provoca que mi cuerpo se estremezca de necesidad.
Simplemente: Ya no está.
Solo queda lo mismo que antes de ti.
Algo que falta, pero que se espera.

domingo, 24 de enero de 2010

Adiós.


Siempre he creído que hay que poseer mucho valor para hablar o rememorar las cosas que te producen dolor.
Las que muy dentro de ti sabes que no debes tener presente luego de que suceden, para poder así lograr olvidar.


Aunque la verdad: ¡Es Absurdo!
Los recuerdos más dolorosos no se olvidan nunca.
Solo se superan.

Días atrás me rehusaba a usar ese valor.
Lo creía imposible por el estado de fragilidad en el que me encontraba.
Y por la forma instintiva en que sabia que al hacerlo produciría un desvanecimiento a todas mis barreras y escudos que forjé contra ese dolor.
Donde intentaba llenarme de: rabia, decepción y odio.
Para lograr olvidarlo.

Pero la contradicción me domina.
Y aunque no quiera admitir: él me enseño a desafiarme.
Siento, que debo desafiar a ese dolor.
Ese pavor al dolor.
Y qué mejor que comenzar a admitir.
Admitiendo lo que quise negar e ignorar.
De lo que quise escapar, p
ero era innegable en la hondura de ese vacío,
Que se aferro a mi pecho formando parte de mí.
En donde alguna vez: Estuvo él.

Él.
Quien hoy al nombrar, me desgarra el alma.
Porque lo necesito al igual que en un principio.
Como si nada hubiese cambiado.
Excepto que ya no está, y me hace falta.
Porque formó parte de mi,

le di una parte de mi.
Que cuando se marcho no volvió a regresar.
Y desde entonces, anhelo.
Anhelo que regrese para poder así estar completa.

Pero, ¿qué debes hacer cuando sabes que jamás volverá?
¿De qué sirve gritarlo mil veces, desearlo, rezarlo, pedirlo, si ya no esta en tus manos?
Y quizás no vuelva a estar más en tu camino.
Porque se desvió.

Cuánto daña saber que no se volverá a llenar ese vacío.
Que él no regresara a ocupar el lugar que le pertenece.
Ese espacio, que sin razón alguna, siempre deseo que ocupara.
Y lo seguirá deseando con el transcurso de los años.
Los años, no lo borraría.
Sólo lo haría más soportable.

sólo te queda levantar la cabeza,
seguir caminando.

Sabiendo que:
Nunca más su mirada te mirara a escondidas atenta a todo lo que hacías.
Su risa ya no será el sonido más armónico de tus días.
Sus manos suaves sobre las tuyas ya no serán tu apoyo al tropezar.
O la manera posesiva en que las colocaba sobre tu cintura, ya no te reconfortará.
Sus caricias ya no te harán sentir la adorada y amada mujer que él desea.
Los días ya no serán tan fugaces.
Y ya no te levantaras con el mismo ánimo, porque hoy lo verías.
Su sonrisa, ya no te hará sonreír por nimiedades.
Y de su forma de ser, ya no aprenderás más.
Porque deseabas ser como él:
Tan fuerte, lleno de retos y carácter.
-Es negro o blanco-, decía con tanta convicción y seguridad.
Y cuantas ganas tenias de poder pensar así.

Su seguridad ya no cubriría mi inseguridad.
Y mi inseguridad ya no seria un disgusto en él, que me encantaba.
La música sobre sus dedos en el piano, ya no colmarían mi alma de pureza y profundidad.
Las charlas de un futuro juntos, ya no serán parte de mi felicidad, al pensar que si miraba hacia adelante él aun seguiría allí.
Para mí.
Junto a mí.
Ya no escucharía llamarme-: Amor- cuando me buscaba, amaba o se enojaba.
Sus besos ya no serian el dulce más sabroso y antojado.
Sus labios, ya no serian mi adicción.

Hoy, mis días perdieron el sentido que les dio.
El brillo que les mostró.
No me queda más que decir: Adiós.
Y desearle lo mejor 
con amor.
Con el mismo amor que me brindo.
Deseo que sea muy feliz.
Que encuentre tanta felicidad como la que me hizo sentir.
Porque me hizo parte de la creación más maravillosa: El amor.
Y a pesar de todo,
Sé que siempre lo necesitare.
Cada día de mi vida.

El hecho de que haya dejado partir a la persona que más amo,
No significa que lo ame menos.
Al contrario.
Eso me hace amarlo, aún más.

martes, 19 de enero de 2010

¿Por qué tan cobarde?


¿Por qué, si creía que en cada terminación de los nervios de mi cuerpo, en cada necesidad de respirar, de sentirlo en cada fibra de mi ser, de querer oírlo reír, quejarse y discutir conmigo; se rindió tan fácilmente?

Y no luchó por aquella sensación de que eramos uno. Sólo uno.
Que nuestros cuerpos encajaban irremediablemente sin importar que postura o lugar o la manera.
Que centímetros de separación entre nosotros era una agonía, una necesidad irrespirable.

¿Estaba, realmente sola en esta necesidad, en estos sentimientos?

Y ¿Por qué, si nuestras risas juntas eran el alivio de nuestras almas, se acabó?
Y se acabó así, sin más. Sin una pelea justa a lo que era, a lo que había sido.
Y resulto tan solo una rendición.

¿Por qué esta unión tan implacable e irrevocable en nuestras miradas, no sobrevivió a la peor tormenta?
¿Dónde quedo la lucha que se merecía?

¿Que sucedió con la paz que sentían nuestros espíritus cuando se encontraban juntos?
Aquella felicidad tan exultante, que llenaba hasta la soledad mas recóndita de nuestras vidas.

Era en realidad, ¿mi imaginación, mi exageración?
¿Estuve tan sola creyendo en la profundidad de nuestras emociones?
¿Realmente era éste su final?

¡¿Éste?!

¡Que decepcionante me resulta su final!
Sobretodo cuando he visto su comienzo, y su crecimiento día a día.
¡Que absurdo le resulta a mi alma el fin!
¡Que colmado de sarcasmo esta cada parte de mi!

¿Qué tanta estupidez llego a lograr el enamoramiento en mi?
Que llegue a creer en tantos colores y sentidos.
Haciéndome respirar por ellos, y creyendo que ellos también lo hacían por mi.
Y no fue así.

Es crudo y frío.
Descompuesto y decepcionante.

Me entregue confiada en que al otro le recorría la misma electricidad que a mi.
Para resultar que él se rindió tan rápido como el parpadear de mis ojos.
Fácil y veloz.

Hoy, no entiendo.
Qué tanto amor y futuro me profesó, si lo único que hizo fue huir.
Huyo despavorido de la lucha, de los errores, de los tropiezos.
¿De que le sirvió llenarse la boca de destino?
Si ni lucho por él.
Débil. Inseguro.
Proclama fuerza, confianza, ego y superioridad.
¿Para qué?
Para ser el primero en huir en materia de sentimientos.

Que satírico me resulta ahora darme cuenta,
que aquel "hombre fuerte", fue más débil que mi carácter.

Tú, no me hables de triunfos, sin luchas.
No me hables de amor, sin levantarte día a día por el.
Y por ultimo no finjas poder, si no posees coraje.

¡Que vergüenza!
De tu hombría no quedo mas que cobardía.

No me hables de orgullo.
No quiero oírlo.

¿Con qué clase de hombre se supone que debo luchar a mi lado?
Si la vida esta llena de tropiezos.

No me discutas tu decisión,
si tu decides lo que es mas fácil.

No quiero escuchar tus verdades.
Si tu no razonas lo que se predica para ti.

Quédate con tu cobardía orgullosa y tu hombría débil.
Porque no las quiero.

"Qué tan lindo, qué tan bello, qué tan hermoso..."
Me da lastima tu actitud, porque me doy cuenta que lo nuestro no te importo nada.
Nada, como para seguir luchando hasta el final.
No te fue suficiente.

¿Quién eres tu para hablar de amor?
¿Qué sabes tu de sentir?
Para ti son solo insulsos sentimientos,
que podrás sentir con "ese alguien" que riesgos no te hará pasar.
Aprende hombre a luchar, a conquistar.
No podrás toda tu vida jugar como el zorro: astuto pero tramposo.

Lléname de rabia, sarcasmos y decepción.
Manchame la ilusión de lo que es amor.
Pero por favor sin valentía no vuelvas jamás.
Porque lo mas brillante y hermoso esta en lo complejo.
Y si no luchas por superar los complejos, nunca conservaras lo que vale de verdad.

Me arrepiento de haber sentido tantas culpas, tanto dolor.
Sola jamas lograría sacar a flote algo compuesto por dos.
Que necesitaba la fuerza de dos.

Te odio cobarde, te odio.

Dime:
¿De qué me sirvió entregarte tanta felicidad, amor, caricias y detalles?
Si al momento de la batalla, fueron olvidadas con tanta facilidad.
¿De qué sirvieron tantos momentos, si no valen nada?
Se las llevó el viento en el primer soplo, como si nunca hubiesen existido,
como si nunca hubiesen importado.
¿De qué me sirvió entregarme por completa, sin censuras?
Si no ayudo en nada.

¿De qué, dime de qué me sirvió sentir tanto?
Si te marchaste sin mirar atrás,
borrándome como si yo no hubiese existido jamas.

jueves, 14 de enero de 2010

Lo que es tuyo.


Vuelvo a repasar la misma idea,
que acaba en el mismo reaccionar:
Escalofríos sin acabar,
miedo al respirar,
insomnio al pensar.

Juzgo mi reacción, pero es más transparente que yo.
Y no se engaña con dobles filos.
Es lo que es, y lo seguirá siendo hasta el final.
No lo puedo negar.

¿Cómo le llamo a esa maldita idea?
Si solo tiene un nombre, un significado,
y es más, una realidad.
Una verdad:
Te perdí.
¿Qué otra repasada le puedo dar?

Pero, ya sabes, así soy, insistente hasta el final.
Porque la verdad es que quiero saber qué es lo que haré.
Ahora que no estás,
que de mi vida te vas,
teniéndote que sellar.

¿Sellar con un qué, que ya sé?

Porque sé que:
No viviré para nadie más como viví para ti,
no dejaré que nadie me mire como tu me mirabas,
que no toquen lo que tú ya has tocado.
Y no querré que ame, lo que tú ya has amado.
Porque es tuyo, y lo que te entregué
Se quedará contigo.

Pero lo que quedó de mí,
de lo que dejaste,
Tendrá su propio comienzo y final.
Y eso no lo puedo cambiar,
porque en el destino, escrito está.




lunes, 11 de enero de 2010

Ausente.


Me recuesto sobre mis brazos,sentada ausente de esta vida.

Mi motor desapareció sobre mis hombros,porque lo embarga el dolor de una espadaque atravesó mi respiro.

A medias vuelve, entrecortado y punzante.Se siente húmedo a lo lejos.
Pero aún así, ausente.

Hubo una puñalada tiempo atrás...
Que el transcurso de los segundos logró borrar.
Ahora, se abre sin medida, sin límites.
Cómo si no hubiera un final determinado para la abertura.

Desaparezco sin poder detenerlo.
Agotada mi fuerza, muerto mi motor.

Ausente.

Las memorias, lejos están. Pertenecientes a la nada.
En medio de un camino dejado, desolado.
Acostumbrado a ser frecuentado por dos,
ya desierto está.Nadie va. Porque nada queda.

Se cierran las cortinas.

Oscuridad: eso es lo que buscan.
La nada.

El no pensar no se logra.
Todo da vueltas, porque control no hay;
el motor dormido está.
Sueña con recuerdos del ayer,
que imaginados fueron,
y realizados se volvieron.

Y entonces, el motor se detiene:
Su final llegó.

viernes, 8 de enero de 2010

Somos Uno


El instante en que nuestras miradas se encontraron, 
supieron que no se separarían jamas.
Se cruzaron conectándose e ignorándonos.
Se buscaban mutuamente sin preguntarnos.
Para ellos, eramos un elemento secundario,
porque ya habían decidido estar juntos mucho antes de que lo notáramos.

Hoy, siento que eres más que todo. Más que palabras.
Más de lo que he deseado ver, amar y sentir.
Hoy, noto que ya no te puedo dejar.

Las canciones no describen lo que me completas,
se hacen insignificantes al sentimiento de una vida a tu lado.
De los momentos más maravillosos que me han conformado cada día junto a ti:
Mis dedos entrelazados a tu cabello,
tus ojos café, profundos, infinitos; 
donde me pierdo admirando los sentimientos que te hacen ser el hombre que amo.
Las mañanas que he saboreado a tu lado, no se comparan con sueño alguno.
Y el olor de tu cuerpo, de tu esencia al pasar tan hipnotizante, embriagador...
De tus besos apasionados, que me dejan sin respiración.
Y aquella necesidad de estar aferrada a ti a cada segundo.
O el deseo de querer percibir tu piel, de escuchar tu voz,
se hacen adictivos.
Sin dejar pensamientos,
más que para ti.

De tal manera me posees, que no hay forma de explicar
lo atada que me encuentro a esa mirada tan cálida,
a esa personalidad tan magnética,
de aquella sonrisa deslumbrante,
Y de ese carácter demasiado unido al mío.

Danzamos juntos, paralelamente diferente, pero simétricamente perfecto.
Hechos el uno para el otro:
SOMOS UNO.